La endocarditis puede manifestarse de forma lenta (endocarditis subaguda) o repentina (endocarditis aguda) en función del microorganismo causal, de la existencia de algún problema cardíaco de fondo y la válvula afectada. Además, los signos y síntomas varían según las condiciones del paciente.
Los síntomas más habituales son una elevación de la temperatura corporal, fatiga, escalofríos, sudoración, dificultades respiratorias, hinchazón y dolor en las extremidades, malestar general...
Por lo general, estos síntomas se ven más acentuados en la endocarditis aguda, llegando a una temperatura de 40ºC.
Además, en este tipo de endocarditis, la infección puede extenderse al resto de órganos, produciendo un síndrome séptico (los órganos afectados dejan de funcionar) y, si los vasos sanguíneos se rompen, se puede llegar a producir la muerte. Esto se debe a que el corazón presenta acúmulos de bacterias y fragmentos celulares, denominados vegetaciones, que pueden desplazarse al resto del cuerpo.
Otros signos y síntomas menos frecuentes son:
- Pérdida de peso
- Petequias: pequeñas manchas de color púrpura o rojo en la piel (pequeñas hemorragias)
- Lesiones de Janeway: manchas rojas e indoloras en las plantas de pies y manos
- Nódulos de Osler: ganglios rojos y dolorosos por debajo de la piel en dedos de manos y pies
- Inflamación de pies, piernas y abdomen
- Sangre en orina
- Dolor ligero en el bazo
Debido a todas estas manifestaciones, la endocarditis puede producir diversas complicaciones graves a largo plazo:
- Problemas cardíacos: soplos, insuficiencia cardíaca...
- Accidente cerebrovascular
- Convulsiones
- Parálisis total o parcial
- Abscesos (acumulación de pus) en corazón, pulmones y otros órganos
- Embolia pulmonar
- Daño renal
- Agrandamiento del bazo
- Muerte (en casos extremos)
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