La opción más eficaz es la anticoagulación parenteral, que se utiliza para estabilizar al paciente y aliviar sus síntomas. La medicación usada es la heparina, que la hay de dos tipos:
- Heparina no fraccionada: su vía de administración es intravenosa. Existe un antídoto par este tipo de heparina, el sulfato de protamina, de manera que si existe riesgo de sangrado, se administra esta solución, debido a sus efecto reversible.
- Heparina de bajo peso molecular: su vía de administración es subcutánea, y por lo tanto más cómoda que la anterior, pero no tiene antídoto.
En los paciente más críticos se puede realizar una trombólisis. Esto consiste en la destrucción del trombo causante a través de diferentes fármacos de administración venosa que son muy efectivos, pero a la vez muy peligrosos, por lo que esta técnica solo se usa en casos muy críticos.
Otro tratamiento para pacientes críticos es la colocación de un filtro en la vena cava inferior.
La trombectomía también se usa frecuentemente en estos casos para extraer el trombo mediante cirugía con catéteres.
Por último, el paciente cuando ya se encuentre en su domicilio, deberá tomar anticoagulantes por vía oral, como por ejemplo Sintrom o Lixiana, entre 3 y 6 meses. Pero este período puede prolongarse, ya que si el paciente sufre algún tipo de trombosis o tiene factores de riesgo predisponentes deberá tomar estos medicamentos de por vida.
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