La muerte súbita se produce principalmente por una arritmia cardíaca, como una bradicardia o una taquicardia ventricular. Sin embargo, la causa más común es la fibrilación ventricular. Esta arritmia hace que el corazón no sea capaz de latir de forma organiza y, por lo tanto, impide el bombeo de sangre. Como consecuencia de esto, la presión arterial se debilita y existe una falta de riego en el cerebro y en otros órganos vitales, los cuales empiezan a sufrir daños que podrían ser irreversibles. El órgano más sensible es el cerebro que tras unos pocos minutos sin el aporte adecuado de sangre y por lo tanto de oxígeno y nutrientes acabará por dejar serias secuelas en el paciente reanimado, algo que suele ser bastante común.
El pronóstico de un paciente que sufra una muerte súbita es, como el propio nombre indica, la muerte en pocos minutos si no recibe la atención adecuada para revertir la causa de esta enfermedad. Para detectar que el paciente esta sufriendo una alteración en el ritmo del corazón es necesario el uso de un electrocardiograma y a partir del tipo de arritmia, como ya dijimos la más común la fibrilación ventricular, aplicar una descarga eléctrica o realizar un masaje cardíaco (RCP).
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